Carta imaginaria de una niñita morena migrante que virtualmente se libró de ser quemada viva por una patota de patrioteros de Iquique, Chile

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Por: Noé Bastías
Profesor de filosofía
Foto: Roberto Miranda

No guardaré resentimientos ni enconos
asociados a esos odios adultos
que algunos chilenos “cristianos”,
enarbolando banderitas y patrioterismos chilenos,
les meten en Chile a l@s niñ@s chilenos
desde su nacimiento y su cuna…

… odios que son “enseñanzas” que predica y reproduce,
día a día, y en contra de lo que todas las escuelas de Chile enseñan,
cierto puñado de gente adulta chilena
xenófoba y ultranacionalista…

Refiero a ese odio y desprecio irracional e inmisericorde
que se sacó la máscara y la mascarilla ayer en Iquique
en contra de personas indefensas,
personas pobres,
morenas y migrantes,
migrantes que son sangre de mi sangre…
y que hasta hoy no han tenido otra posibilidad
más que la de vivir como esas personas
que en Chile viven en condición de calle.

Por favor,
sepan que es@s migrantes
son seres humanos,
son sangre de mi sangre,
migrantes que, como mis papis,
buscan, nada más, en este país,
un asilo humano, un nido
para reinventarse,
para trabajar, para sobrevivir…
para aportar a Chile,
para abrir sus alas,
y, por qué no,
para ser felices.

Partiendo por la verdad
de que en mi corazón de niña
no hay lugar ni habrá nunca lugar
para memorias de encono
ni de revanchismos en contra de nadie..,
¡porque l@s niñ@s no podemos odiar a nadie!,
confieso, eso sí, que…

se me salieron ayer unas lágrimas
muy tristes al contemplar
cómo ardía en llamas
el coche de bebé de mi hermanito chico
en ese suelo de Iquique

… lágrimas que vuelven a brotar
y a caer hoy sobre mis morenas mejillas
pues esta tragedia racista que viví junto a mi familia
ni siquiera un niñ@ puede borrarla de un día para otro...
… más aún si ese suelo en llamas,
fue hasta ayer nomás,
el suelo donde estaba levantado,
con toda su precariedad…
mi hogar y mi refugio.

Porque allí tuve hasta ayer una camita algo tibia,
un pan y un té o una leche mañanera algo caliente
y un nanai de parte de mis papis cada amanecer
así como un consuelo cálido cada vez que tuve frío
en esas gélidas noches
de calle sin techo digno en mi en fin amada casita/carpa…
… en mi también amada ciudad de Iquique.

Iquique (“¿tierra de campeones?”),
ciudad que hasta ayer nomás fue mi nido
de pajarita chica morena y errante,
nido y refugio no definitivo
y en la que, pese a todo,
fui feliz jugando al pillarse y a las escondidas
durante el día con otr@s niñ@s migrantes,
en mi paso fugaz por este planeta llamado Tierra…
paso fugaz que marca a todos los seres humanos…
… nido y refugio que fue mi dulce hogar hasta ayer en Iquique,
luego de miles de kilómetros andados
de peligros y de inminente muerte…
y de aprovechamientos de gentes
que lucran con l@s migrantes en el camino
usando la necesidad
que tienen algunos seres humanos vulnerables
de encontrar un suelo o un habitáculo
en donde guarecerse del frío
y en donde vivir y alimentarse
y en donde sobrevivir más o menos dignamente …

Por lo mismo digo, y sin resentimientos,
pero soltando sentimientos de penita hoy…
y desde mi condición de niña y sentir de niña,
y sabiendo que olvidaré muy pronto estas penitas
que me hicieron llorar ayer por la manera
en que algunos chilenos “patriotas”
quemaron en Iquique
muchos de nuestros sueños
y nuestros hogares,
que debo pedirles perdón
a esos patriotas chilenos de Iquique
por no poder borrarme hasta hoy
esas llamas quemando
 las fotos y memorias
 y enseres de sobrevivencia
de mi familia ayer en Iquique

Recuerdos míos en llama,
camas quemadas, mamaderas quemadas,
cocinillas para hacer la comida quemadas, remedios quemados,
pertenencias quemadas, documentos migratorios quemados,
ropas quemadas, dignidades humanas quemadas,
fotos de mis abuelit@s quemadas…
¡Historias y esperanzas quemadas!
… quemadas por la xenofobia,
pero sobre todo por la aporofobia
y el racismo y el clasismo…
crueldades que sé son el sello
no de todo chileno
sino de una minoría de
chilen@s...

Confieso, en fin, y nuevamente,
y ya para despedirme,
que me entristece harto el recordar
cómo mi casa de carpa precaria
de frío y vulnerabilidad (pero mi casa y mi hogar al fin)
ardió ayer en ese suelo de Iquique, Chile…
… así como me dolió ayer ver a mis papis
y mis connacionales pobres
huyendo como criminales a título de nada,
con impotencia inofensiva y muda,
y con sus niñ@s colgando al hombro,
para librarse de esa hoguera inquisidora medieval y casi nazi
con la que una patota de patrioteros y nacionalistas chilenos
quiso lincharles por el solo hecho
de ser morenos, pobres y migrantes…
o sea, por ser categorizados por una minoría chilena nacionalista
como esos “nadie” que denunció hace años
el gran maestro Eduardo Galeano!


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