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Señor Director,
El reciente reportaje de investigación de Chilevisión destapó una práctica tan inquietante como peligrosa: una granja de bots en Twitter (hoy X) dedicada a insultar, inventar noticias falsas y denostar a las candidatas presidenciales Jeannette Jara y Evelyn Matthei, como también a mujeres políticas y al Presidente Gabriel Boric. Lo más grave no fue solo la operación en sí, sino quiénes estaban detrás; entre ellos, Patricio Góngora, periodista y hasta hace poco alto ejecutivo de Canal 13, quien posteaba con la cuenta anónima @Patitoo_Verde.
Tras el reportaje, Góngora salió a negar su vínculo con la cuenta. Sin embargo, este viernes 5 de septiembre, el medio CIPER confirmó que efectivamente @Patitoo_Verde era él, lo que dejó aún más en evidencia la manipulación. Con este hecho, Góngora no solo destruye su propia credibilidad: deja en una situación vergonzosa a la profesión periodística en su conjunto, mancillando principios básicos como la ética, la honestidad y la búsqueda de la verdad.
El precedente internacional
Lo ocurrido en Chile no es un hecho aislado. La desinformación digital ha sido una herramienta recurrente de líderes populistas y de ultraderecha en el mundo. Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina han sabido utilizar redes sociales, trolls y granjas de bots para instalar mentiras, polarizar sociedades y debilitar el rol fiscalizador de la prensa.
El patrón se repite: campañas masivas en Internet que simplifican realidades complejas en consignas emocionales, dividen a la ciudadanía en bandos irreconciliables y convierten la discusión pública en un campo de insultos más que de ideas. En este terreno envenenado, la verdad deja de importar y el poder se sostiene en la manipulación.
Qué pasaría con Kast en La Moneda
Un eventual gobierno de José Antonio Kast tendría en este tipo de estrategias un terreno fértil. Su discurso ya se nutre de simplificaciones extremas y de una lógica de “amigos y enemigos” que calza perfectamente con el uso de redes sociales como armas políticas. Kast ha relativizado violaciones a los derechos humanos, prometido mano dura contra disidencias y expresado admiración por liderazgos autoritarios.
Si a esto se suma un ecosistema de desinformación como el evidenciado con Góngora, Chile correría el riesgo de entrar en una espiral similar a la de Brasil con Bolsonaro, Argentina con Milei o Estados Unidos con Trump: debilitamiento institucional, hostigamiento a la prensa independiente, retrocesos en derechos y un clima social profundamente polarizado.
La responsabilidad del periodismo
Que un periodista haya estado detrás de esta maquinaria de manipulación es doblemente grave. La profesión se basa en la búsqueda honesta de la verdad y en la entrega responsable de información a la ciudadanía. Patricio Góngora, con sus acciones, no solo traicionó ese principio, sino que contribuyó al descrédito de una profesión que ya enfrenta constantes cuestionamientos. Lo suyo es, en una palabra, una vergüenza.
Una advertencia para Chile
El caso de la granja de bots es más que una anécdota: es un síntoma de cómo se intenta manipular la democracia en tiempos electorales. La experiencia internacional nos demuestra que, cuando estos métodos se combinan con liderazgos autoritarios como el de José Antonio Kast, los costos para las instituciones, la prensa y la ciudadanía son enormes.
Chile tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de aprender de esas experiencias antes de repetirlas. La democracia se cuida no solo en las urnas, sino también defendiendo la verdad frente a la mentira organizada.
David Edwars