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La Superintendencia de Educación registró 2.501 denuncias por violencia escolar entre enero y marzo de 2025, lo que representa un preocupante incremento del 14,2% respecto al mismo período del año anterior. Los datos revelan un especial aumento en casos de maltrato a párvulos y estudiantes (22,7%), mientras que las agresiones contra adultos de la comunidad educativa se dispararon en un 121,2%, pasando de 33 a 73 casos a nivel nacional.
El Dr. Sergio Gatica, investigador de la UCSC, analiza este fenómeno como síntoma de un problema estructural: "Si la escuela es un espacio de violencia, ocasional o frecuente, es porque la sociedad se ha vuelto más violenta. Es cosa de observar la agresividad que se ha naturalizado en la vida cotidiana para entender cómo estas formas disfuncionales de relacionarse también se expresan en los contextos escolares".
El académico destaca el debilitamiento del núcleo familiar como factor clave: "La familia ha renunciado a su rol formador. Ya no provee ni lo psicológico ni lo moral. En muchos casos, se espera que la escuela y el Estado asuman sus funciones básicas".
Críticas a políticas públicas reactivas
El especialista cuestiona el enfoque estatal ante el problema: "Se ha optado por explicaciones políticas antes que científicas, atribuyendo todo a las desigualdades estructurales sin estudios concluyentes que lo respalden. Los protocolos y manuales de convivencia son respuestas tardías: se activan después del daño".
Sobre la formación docente, reconoce avances pero señala carencias: "Aunque los programas incluyan cursos sobre convivencia, no necesariamente entregan herramientas eficaces. En Chile estos temas no se investigan lo suficiente".
Llamado a generar evidencia científica
El investigador enfatiza la urgencia de desarrollar conocimiento riguroso: "Debemos levantar estudios estadísticos serios, elaborar planes propedéuticos para escuelas con mayores desafíos, evaluarlos a largo plazo y ajustar las mallas curriculares en base a esa evidencia".
Este diagnóstico coincide con el aumento sostenido de denuncias que muestran cómo la violencia escolar sigue siendo un desafío crítico para el sistema educativo chileno, requiriendo abordajes integrales que superen las medidas reactivas.