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La convivencia escolar en Chile atraviesa un momento complejo. Según el segundo reporte trimestral de la Superintendencia de Educación, entre enero y septiembre de este año se recibieron 14.931 denuncias a nivel nacional, lo que representa 2.244 casos más que en el mismo periodo de 2024. De ese total, 11.091 —equivalentes al 74,3%— están relacionadas con conflictos de convivencia escolar, un indicador que refleja la urgencia de abordar este fenómeno desde una mirada integral.
Aumento sostenido en todos los tipos de establecimientos
El informe destaca que el incremento de denuncias se presenta en todos los tipos de establecimientos educacionales. En el sector público (Municipalidades y SLEP) las denuncias aumentaron un 25,2%, mientras que en los colegios particulares subvencionados y particulares pagados el alza fue de 25,5% y 27,7%, respectivamente. Asimismo, el reporte advierte que el crecimiento ha sido más acelerado en regiones distintas a la Metropolitana (+41,7%) frente a la capital (+32,2%), lo que plantea nuevos desafíos de gestión territorial para las autoridades.
Maltrato y discriminación concentran la mayoría de los casos
De acuerdo con el reporte, los principales motivos de denuncia corresponden a maltrato a párvulos y estudiantes (+943 casos), discriminación (+564 casos) y medidas disciplinarias (+295 casos). Estas tres categorías explican el 80% del aumento en las denuncias de convivencia.
Desde la Superintendencia señalaron que, aunque el maltrato sigue siendo la principal causa, “su peso relativo ha disminuido (de 64,8% en 2022 a 55% en 2025)”, mientras que los casos de discriminación han aumentado de forma sostenida, pasando de 9,5% a 16,6%.
Llamado a fortalecer la educación socioemocional
Frente a este escenario, especialistas subrayan que las respuestas no deben limitarse a sanciones o reglamentos, sino a un cambio cultural en la enseñanza. “Los datos son concretos, estamos frente a un síntoma que refleja un problema más profundo. No basta con sancionar conductas, es imprescindible enseñar a vivir juntos, a reconocer y gestionar las emociones, a resolver conflictos con diálogo y empatía”, sostiene Ximena Álvarez, directora de Formación Santillana Compartir Chile.
La experta agrega que los problemas de convivencia afectan directamente la salud mental y el clima escolar. “La convivencia no se mejora sólo con un reglamento más estricto. Se mejora cuando en las salas de clases se abren espacios para la escucha activa, cuando se enseñan habilidades blandas desde la infancia, y cuando toda la comunidad educativa entiende que el desarrollo socioemocional es tan importante como el aprendizaje académico”, afirma.
Agresiones también afectan a adultos de la comunidad educativa
El informe también alerta sobre un aumento en las denuncias por maltrato hacia miembros adultos de la comunidad escolar. Un 4,2% de los casos corresponden a agresiones contra docentes y funcionarios, con un incremento de 86,0% en agresiones provenientes de apoderados, 64,2% de estudiantes y 73,2% entre el propio personal.
Ante esto, Álvarez enfatiza que “es fundamental que los colegios cuenten con planes de formación continua en esta materia, tanto para docentes como para directivos y apoderados. La educación socioemocional no es un contenido adicional, es una herramienta para prevenir el bullying, mejorar la salud mental y formar ciudadanos empáticos y responsables”.
Nuevas estrategias para promover la convivencia escolar
En respuesta a esta realidad, la Superintendencia de Educación ha llamado a reforzar las estrategias preventivas, fomentar el trabajo colaborativo y revisar los protocolos de acción para atender los casos de forma oportuna. En paralelo, Santillana Chile ha lanzado el Programa de Fortalecimiento para la Convivencia Escolar, una iniciativa que combina diagnóstico, intervención y seguimiento para construir entornos educativos más sanos y respetuosos.
El programa incluye Emotilab, un proyecto que promueve el autoconocimiento, la empatía y la autorregulación desde 1° básico a III medio, integrando materiales prácticos para docentes, estudiantes y familias. Gracias a su enfoque basado en evidencia, permite medir avances en clima escolar, desarrollo socioemocional y prácticas inclusivas, fortaleciendo una convivencia que se aprende y se construye en comunidad.
