Chile, de espaldas al mar: una omisión que preocupa

La Cuenta Pública del Presidente de la República ha dejado una sensación amarga en quienes creemos —con convicción y fundamento— que el destino de Chile está profundamente ligado a su condición marítima. En más de dos horas de discurso y cerca de 20 mil palabras, no se pronunció ni una sola vez la palabra “Mar”, ni “Marítimo”, ni “Maritorio”. Ni una.

Más que un descuido, esto revela un síntoma preocupante: Chile sigue pensando, planificando y gobernando como si fuera un país terrestre. Pero no lo es. Chile es, geográficamente, casi cinco veces más mar que tierra. Posee una de las zonas económicas exclusivas más extensas del planeta, y, sin embargo, seguimos sin una Política Nacional del Mar integrada, coherente y con visión de futuro.

Durante el discurso se mencionaron obras portuarias, avances en conectividad como el cable submarino hacia Oceanía, e incluso mejoras en el transporte regional y la infraestructura aeroportuaria. Sin embargo, estas referencias no sustituyen una visión estratégica del mar como espacio de soberanía, desarrollo y defensa.

Al respecto, desde la Liga Marítima de Chile (Ligamar) hemos insistido en que el país no puede seguir improvisando en materia portuaria. Los proyectos de expansión en San Antonio y Valparaíso son claves, pero deben dejar de entenderse como iniciativas aisladas. Como hemos señalado en distintas oportunidades, la solución es hacer un solo complejo portuario, unirlos bajo una sola administración estatal y concesionada a distintos concesionarios privados, pero de tal suerte que funcione como un solo puerto. No podemos seguir pensando que San Antonio y Valparaíso tienen que ser puertos distintos y desarrollados en forma separada.

Venimos hablando de esto hace años. El problema es que no hemos hecho nada en concreto, porque la permisología es lo que nos tiene trancados. San Antonio no se ha podido desarrollar por el humedal; Valparaíso tampoco, por trabas ambientales. Mientras tanto, los puertos —que mueven el 95% del tonelaje de importaciones y exportaciones de Chile— siguen estancados, a pesar de ser la columna vertebral de nuestra economía.

En el ámbito logístico, hemos propuesto con claridad avanzar hacia la creación de un corredor bioceánico central, uniendo el tráfico marítimo con los mercados del otro lado de la cordillera. La única forma que tenemos de desarrollar un Hub Central en Chile, que sea realmente eficiente, es perforar la cordillera para traer todo el mercado que hay del otro lado, como Buenos Aires, Montevideo y las ciudades intermedias. Este corredor permitiría interconectar nuestro sistema portuario con el Atlántico, consolidando a Chile como plataforma de servicios logísticos del Cono Sur.

Lo más preocupante es que esta omisión no es nueva. Años de indiferencia institucional han hecho del mar un asunto secundario en la agenda pública. Como Liga Marítima de Chile, lo reiteramos: necesitamos una política de Estado robusta que asuma el mar como eje estructurante del desarrollo nacional. Una política que convoque a todos los actores —públicos, privados, científicos y ciudadanos— y que reconozca que el mar no es solo un recurso: es parte de lo que somos.

Chile no puede seguir de espaldas al mar. No en el siglo XXI. No con los desafíos que tenemos por delante. No con la historia que nos precede ni con la geografía que nos define. Es hora de levantar la mirada, de abrazar con decisión nuestro destino marítimo y de construir una visión de país que mire hacia el Pacífico con orgullo, estrategia y ambición.

Lo que no se nombra, no existe. Por eso, que el mar haya sido ignorado en la Cuenta Pública presidencial no es un detalle menor. Es un llamado de alerta. Y es nuestro deber como Liga Marítima de Chile hacerlo visible.

Edmundo González Robles,
presidente de la Liga Marítima de Chile

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