Creo firmemente que la violencia en cualquiera de sus facetas no resuelve absolutamente nada y sólo complica cualquier situación en la que está presente.
El Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer nos lleva a comentar acerca de sus orígenes. En 1981 se realizó el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá y donde se propuso establecer el 25 de noviembre como el día de lucha contra la violencia a las mujeres, a modo de recordar a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes fueron asesinadas durante la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana (1930-1961), por su activismo político en contra del régimen un 25 de noviembre de 1960.
Tener un día al año para concientizar acerca de la eliminación de la violencia contra la mujer ya me parece fuerte, y cabe la pregunta de por qué necesitamos sensibilizar sobre algo que parece obvio como es la erradicación de violencia asociada al género femenino. Sin embargo, como sociedad, en general damos un paso y retrocedemos otro.
Las cifras no mienten, en Chile en el presente año llevamos 33 femicidios consumados y 248 frustrados (Sernameg.gob.cl). En la región de O’Higgins, si bien las estadísticas nos mencionan con 1 caso y 14 frustrados, esa mujer fallecida no debiese estar en el listado.
La mujer a lo largo de la historia ha sufrido todo tipo de abusos relacionados sólo con el hecho de ser mujer y en la actualidad esa violencia va desde lo sutil como es la violencia psicológica, que en apariencia no deja huellas, pasando por la violencia económica y llegando a las atrocidades de la violencia sexual.
Durante mis años de ejercicio profesional he visto como el fenómeno parece no distinguir edad, condición sociocultural, religión etc., va desde la violencia en el pololeo hasta el maltrato en parejas que llevan años de convivencia y por lo mismo, de abusos, amparados en que “él es hombre” o “solo se pone así cuando está borracho”, dándole a la violencia contra la mujer un aire de normalidad y replicando modelos ancestralmente conocidos y aceptados por la sociedad.
Siento terminar este escrito con los últimos acontecimientos de violencia contra la mujer en Afganistán. El régimen talibán impuesto hace tres años, además de no dejar a las mujeres que se eduquen – lo que en sí mismo es un acto violento –, ahora no pueden hablar, porque su voz tiene un carácter perturbador. Se ha prohibido además que conversen entre ellas, no pueden salir solas, ya que deben hacerlo obligatoriamente con un mahram (hombre de parentesco cercano), no tienen derecho a reunión, a trabajar y menos a elegir cuándo y con quién se casan. En pocas palabras, las mujeres han sido anuladas de la sociedad y cumpliendo la función de procreadoras solamente.
Espero que algún día dejemos de tener una fecha para sensibilizar y la cambiemos por un día para celebrar la erradicación total de la violencia contra la mujer en el mundo, ya que de momento no hay nada que aplaudir.
Gabriela Cuadra Zamorano
Asistente Social y Mediadora Familiar
Docente del área Formación e Identidad
IP-CFT Santo Tomás, sede Rancagua