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Su familia y la Agrupación de Padres y Familiares Autismo Rancagua, denuncian que no ha recibido el tratamiento adecuado para reducir sus crisis de comportamiento.
Matías tiene 15 años y desde el 22 de enero está internado en el Hospital Regional de Rancagua, debido a una fuerte crisis de comportamiento que lo llevó a episodios de agresividad. Tiene un diagnóstico de autismo nivel 3, el grado más alto de esta condición, que se caracteriza por tener una alta necesidad de ayuda para realizar las distintas actividades de la vida, desde las más básicas. Además de esta condición neurológica, Matías tiene epilepsia y déficit cognitivo.
Necesidad de ser evaluado por psiquiatras
Durante seis años Matías recibió un tratamiento farmacológico psiquiátrico en el Cosam de Graneros, pero debido a sus problemas de conducta fue derivado al hospital de esta comuna y de ahí a neurología del Hospital Regional de Rancagua, donde después de las evaluaciones de tres neurólogos se descartó que su agresividad sea causada por su autismo, señalando la necesidad de ser evaluado por psiquiatras.
Respuesta del Estado conlleva errores de atención y medicación
A pesar de que el personal del Hospital Regional decide derivarlo a Santiago, argumentando que no tienen el tratamiento que necesita, Matías permanece en este recinto. Por ello la Agrupación de padres y familiares Autismo Rancagua, ha decidido hacerse parte en la voz de su presidenta Elizabeth Escobedo quien reclama que “estamos ante el drama que significa para una familia chilena tener a un hijo con autismo de nivel 3. Donde la respuesta del Estado es insuficiente y conlleva errores de atención y medicación que hoy tienen a este joven en estas circunstancias. Nosotros hemos apoyado a la familia de Matías, para que además se establezca un precedente y se entreguen planes profesionales, que den respuesta a las necesidades de estos jóvenes a largo plazo y de manera responsable”.
Preocupación por su futuro inmediato
Hoy la madre de Matías, Paz Sánchez Rubio, ve a su hijo sostenido a una camilla, bajo medicación. Sin embargo su mayor preocupación es lo que le depara el futuro inmediato cuando deba llevar a su hijo a casa, sin saber cuál ha sido el efecto del tratamiento aplicado en su estadía en el Hospital Regional de Rancagua.
Escuela de Mostazal se negó a trabajar con Matías
A todo este doloroso e incierto proceso de búsqueda de salud, se suma el no contar con un plan educativo que logre abordar las reales necesidades de Matías y que fomente su desarrollo.
En diciembre del 2019 se discutió su continuidad en la Escuela Especial María Alicia Ponce de San Francisco de Mostazal, donde parte del equipo multidisciplinario se negó a trabajar con él por sus descompensaciones y no se le proporcionó un espacio físico ni un plan que le permitiera integrarse a las actividades escolares, a pesar de asistir a la escuela acompañado de un terapeuta ocupacional, concedido por el Cesfam de Mostazal.
Para este año 2020, si bien cuenta con matrícula en esta escuela especial, nuevamente no se ha hecho mención de un plan curricular que se adapte a sus necesidades, reinando una vez más la incertidumbre sobre las posibilidades de obtener aprendizajes y estabilidad. Esto reduciría considerablemente las descompensaciones y episodios de agresividad.
Evitar los graves errores de medicación y terapias
Matías es solo uno de los cientos de jóvenes con autismo de la región de O’Higgins, que hoy necesitan un lugar en nuestra sociedad, por lo que se hace urgente contar con especialistas que comprendan y se especialicen en esta condición, sobretodo en su grado más alto. Y así se eviten los graves errores de medicación y terapias en los que se incurre por una falta de coordinación entre las especialidades médicas y terapéuticas, quienes en conjunto deben determinar un tratamiento eficaz a seguir, como no se ha dado en el caso de este joven.