La depresión es uno de los trastornos mentales más prevalentes a nivel mundial, afectando a cerca del 5% de la población adulta, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Chile, la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017 reveló que la prevalencia de sospecha de depresión en adultos es del 10% en hombres y del 21,7% en mujeres. En el marco del Mes del Corazón, ha cobrado relevancia la relación entre la depresión y la salud cardiovascular, un vínculo que preocupa a la comunidad médica.
La Dra. Mónica Acevedo, directora de la Sociedad Chilena de Cardiología (Sochicar) y de la Fundación Sochicar, explica que "la prevalencia de depresión es mayor en pacientes con enfermedades cardiovasculares, y aquellos con depresión presentan un peor pronóstico". Esta relación puede explicarse por el impacto del estrés en el sistema nervioso simpático y su efecto en la salud cardiovascular, además de factores de estilo de vida y adherencia al tratamiento.
La Asociación Americana del Corazón (AHA) define la "salud cardiovascular ideal" (SCI) a través de ocho factores clave, entre los cuales destacan mantener una dieta saludable, realizar actividad física, evitar el consumo de tabaco, asegurar horas de sueño adecuadas y mantener un índice de masa corporal (IMC) óptimo. Estos factores conductuales cardioprotectores (FCC) son esenciales para prevenir enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, el riesgo cardiovascular comienza antes de que aparezcan los síntomas y está influenciado por factores genéticos, sociales, ambientales y conductuales. Aproximadamente el 20-25% de las mujeres experimentan depresión a lo largo de su vida, y los síntomas depresivos han sido identificados como un factor de riesgo emergente para las enfermedades cardiovasculares (ECV). Además, estudios han señalado diferencias de género en la respuesta biológica al estrés mental.
"La depresión y la ansiedad son comórbidas, lo que significa que la presencia de una enfermedad aumenta el riesgo de desarrollar la otra", señala la Dra. Acevedo. "Las mujeres jóvenes con depresión tienen más probabilidades de presentar ansiedad, sobrepeso, resistencia a la insulina, bajos niveles de HDL y altos niveles de LDL. En la mediana edad, las mujeres con depresión clínica tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio y un accidente cerebrovascular en comparación con las mujeres sin depresión".
El estudio NHANES I (National Health and Nutrition Examination Survey) evaluó la depresión como factor predictivo en la morbimortalidad por enfermedades cardiovasculares en una muestra de 5.007 mujeres y 2.886 hombres. Se concluyó que las mujeres con depresión tienen casi el doble de eventos cardiovasculares no fatales que las mujeres sin depresión, mientras que en los hombres deprimidos el riesgo de eventos coronarios aumenta 1,7 veces y el riesgo de mortalidad se duplica.
Ante esta preocupante situación, la Dra. Acevedo hace un llamado a promover una cultura integral de atención que considere tanto la salud mental como la cardiovascular. "La política pública debe estar dirigida a establecer un acceso equitativo a la provisión de instalaciones para el bienestar mental y cardiovascular, junto con una educación que permita una mayor conciencia para la prevención y el autocuidado", subraya. "Además, se necesita un apoyo continuo y personalizado para las mujeres, desde el cuidado médico hasta los esfuerzos comunitarios que fomentan estilos de vida saludables. Solo así podremos aliviar la carga de la enfermedad y avanzar en la calidad de vida para las mujeres".