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El programa de la Comisión Nacional de Riego para fomentar las buenas prácticas agrícolas, enfocadas en mejorar la calidad de las aguas de riego en canales de Maule y O’Higgins, se inició con el primer Día de Campo previsto, con asistencia de diversas asociaciones de canalistas de Maule, en las oficinas de la Junta de Vigilancia del Río Longaví, referente en el trabajo de monitoreo y cuidado del agua de sus canalistas.
Situación compleja de la calidad del agua
La actividad comunitaria fue iniciada por el anfitrión Máximo Correa, presidente de la Junta de Vigilancia del río Longaví, entidad referente en liderar el trabajo para mejorar la gestión de la calidad de aguas de sus casi 5 mil regantes en la última década. Asistieron representantes de las Juntas de Vigilancia de los ríos Teno y Ancoa y el canal Agustín Cerda.
Correa destacó el esfuerzo de su Junta, “para haber enfrentado desde hace años con sus asociaciones de canalistas, la situación compleja de la calidad del agua en muchas comunidades”.
La experiencia de la Junta del río Longaví se ha convertido en una referencia para otras asociaciones de Maule, preocupadas por la merma de cantidad, y sobre todo por los problemas de la calidad de agua que reciben en sus canales.
“Sabemos que las aguas de la mayoría de los ríos están en buenas condiciones hasta las bocatomas porque así lo dicen las mediciones, y también sabemos que la calidad empieza a disminuir a medida que pasa por núcleos urbanos y porque los canales todavía son usados como basurales”, agregó Correa en su bienvenida a los asistentes.
Peor calidad aguas abajo
Lisandro Farías, gerente de la Junta del Longaví, detalló las acciones realizadas por esa Junta desde 2005 para trabajar en la mejora del agua y en educar a los regantes sobre la necesidad de mejorar su gestión con tecnologías probadas en otros lugares, como la irradiación de luz ultravioleta, inyección de ozono o decantadores del agua de riego, que el programa pone a su disposición con estas jornadas.
Farías explicó que las mediciones realizadas por ellos confirman que la calidad disminuye progresivamente aguas abajo: “En la parte alta encontramos “bichos” de mayor especialización biológica pero a medida que bajamos desciende esa calidad de los organismos, y abundan especies menos especializadas, como las babosas”.
El proyecto, ejecutado a través del Centro Regional de Estudios Ambientales de la Universidad Católica de Concepción, y tiene el objetivo de fortalecer a las asociaciones de canalistas de Maule y O’Higgins para mejorar la competitividad de su territorio mejorando el uso eficiente y sustentable del recurso hídrico.
Liderazgo femenino
La única mujer participante fue Brígida Trureo Garrido, Presidenta del Comité de Agencia de Área CADA de Linares, directora de la Junta de Vigilancia del río Ancoa y presidenta de su comunidad de regantes, que agradeció la invitación a trabajar para actualizar la situación de sus canales, “porque lo que aprendo lo transmito a mis regantes. La realidad de la calidad del agua en nuestro sector es compleja. Por eso tenemos que educar a nuestros regantes y agricultores y también trabajar con la ciudadanía, porque no son solo los agricultores los que ensuciamos nuestras aguas, también hay vecinos o vecinas que botan basura. La herramienta clave es la educación”.
Los celadores de la Junta del río Longaví, que son los responsables de realizar los controles de monitoreo de calidad de agua, hicieron la demostración de los equipos de medición a los asistentes. La jornada continuó con una visita a terreno a un entubamiento urbano del canal derivado Ibañez en Parral donde
Experiencia interrumpida
Santiago Lonza, presidente de la asociación del canal Agustín Cerda, constituida el año 1923, que toma las aguas del río Teno, dijo que “la experiencia que hemos compartido hoy me parece extraordinariamente valiosa. Lonza opina que “evidentemente hay un problema cultural” a la hora de enfrentar la situación real del agua, donde todavía prima la idea antigua de que no se ven rentabilidades en las inversiones para mejorar la calidad de las aguas.
Ellos comenzaron un proceso de toma de muestras y análisis de tomas de agua, sistematizado en 2017, armaron el mapa de puntos críticos o conflictivos “que entendíamos que eran los que nos provocaban contaminación, pero desafortunadamente no fuimos capaces de convencer a la asamblea de continuar financiando este proyecto, ni este tipo de proyectos, que es lo que yo veo que la Junta de Vigilancia del Longaví ha conseguido”, explicó.
“El Día de Campo se enmarca en una serie de acciones de difusión que pretenden ofrecer alternativas tecnológicas de bajo costo que vengan a solucionar, a nivel predial, algunos de los principales problemas de contaminación identificados”.