En el último período y ad portas de un nuevo Día Mundial del Reciclaje, Naciones Unidas ha sido enfática: la humanidad está lejos de evitar una catástrofe climática y es urgente reducir un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 y lograr la neutralidad de carbono en 2050. En ese sentido, una medida fundamental es promover la economía circular, que deja atrás el modelo lineal de “tomar-hacer-desechar” y que ha sido ampliamente responsable del cambio climático y el agotamiento de los recursos.
El gran problema es que se siguen generando cada vez más residuos sin avanzar en políticas de reciclaje. De acuerdo a un informe del Banco Mundial, para el año 2050 la cantidad de desechos aumentará en un 70% y si se considera que anualmente se producen alrededor de 11.200 millones de toneladas solo de residuos sólidos el panorama no es alentador. “La rápida urbanización y el gran crecimiento poblacional y migratorio son los principales impulsores de estas cifras. Además debemos considerar que en gran parte de los países en el mundo el medioambiente no es una prioridad, frente a otras problemáticas de diferente índole”, indica Nicolás Becerra, Encargado de Gestión Medioambiental de la Universidad Bernardo O’Higgins (UBO).
Lo cierto es que el factor económico es relevante a la hora de analizar el reciclaje a nivel planetario. Los países de altos ingresos, que representan el 16% de la población mundial, generan el 34% de toda la basura del mundo. A pesar de que en muchos de ellos como Estados Unidos, Canadá, China y naciones europeas se está instaurando una cultura de reciclaje, esta no compromete ni la mitad de lo requerido para reducir notoriamente los residuos en el planeta.
En el caso de Chile, según los últimos datos disponibles se producen anualmente alrededor de 20 millones de toneladas de residuos sólidos, siendo 55% de origen industrial y 42% municipal y domiciliario. “Lo crítico es que de los residuos domiciliarios sólo un 1% es reciclado, frente a un porcentaje alarmante que no recibe ningún tipo de disposición final. Adicionalmente, hay un problema de centralización pues el 78% de las empresas recicladoras se encuentra en la Región Metropolitana y la zona norte, por ejemplo, tiene sólo el 2%”, advierte Becerra. El asunto es aún más grave si se trata del plástico, ya que de las 970.000 toneladas de plásticos que se consumieron en Chile el año 2020, se reciclaron apenas el 9,6%.
Sin desconocer lo negativo que es el escenario, Chile ha tenido avances destacables. La Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, más conocida como Ley REP, que establece que todos los productores e importadores de elementos considerados como prioritarios, deben hacerse cargo de los bienes una vez cumplida su vida útil, junto a la Ley de Plásticos de un solo uso, que prohíbe la entrega de bombillas, revolvedores, palillos y cubiertos de plástico, y la normativa que descartó el uso de bolsas plásticas, son ejemplos de ello. “Hemos progresado en materia de reciclaje por parte de las empresas, pero especialmente de personas que han querido sumarse al cambio. Sin embargo, no han sido pasos suficientes para lograr un cambio predominante en nuestra actualidad”, puntualiza el académico de la UBO.