¿Saben los adultos a qué peligros se exponen sus hijos cuando juegan en línea con desconocidos? ¿Son conscientes de los datos que deben entregar para poder descargarlos? Son algunas de las preguntas que seguramente pocas personas se plantean, pero -si lo hicieran- podrían disminuir de manera considerable la posibilidad de caer en las trampas de los ciberdelincuentes.
Uno de los principales peligros se produce al momento de descargar videojuegos desde plataformas distintas a las oficiales. De acuerdo con los datos más recientes revelados por la Compañía Global de Ciberseguridad Kaspersky, entre julio de 2022 y el mismo mes de 2023, fueron detectados más de 4 millones de intentos para descargar 30 mil archivos “disfrazados” como juegos.
Lo que hacen los ciberdelincuentes es usar el phishing para el engaño. Es decir, envían correos electrónicos o mensajes a los dispositivos con invitaciones para descargar páginas que imitan videojuegos populares como Roblox, Minecraft, Fornite y Apex Legends. También crean versiones falsas de videojuegos que contienen malware (software malicioso que daña o altera los dispositivos) y las ofrecen en las App Stores para smartphones.
“Una vez que los niños realizan la descarga abren el camino para obtener información personal, contraseñas o datos bancarios, entre otros, y así cometer fraudes. Por eso, es de vital importancia revisar las políticas de privacidad y seguridad de las aplicaciones que utilicemos. Sólo así sabremos cuáles son los datos que recopilan y de qué manera los utilizan. Entre los sistemas de prevención de trampas de los videojuegos más famosos están Easy Anti Cheat (EAC), BattlEye y Riot Vanguard”, advierte Gerardo Trincado, especialista en ciberseguridad de NIVEL4.
Otro riesgo es el ciberacoso. Para detectarlo, hoy existen herramientas de control parental, como Safe To Net que mediante la inteligencia artificial detecta si el niño está siendo hostigado. Messenger Kids es otra alternativa que permite controlar los contactos de los menores e incluso ver sus conversaciones.
Los adultos pueden evitar que los niños sean víctimas de estos hechos conversando con ellos sobre qué es lo que pueden compartir en internet, limitando su perfil a los amigos y familiares, configurando la privacidad de sus cuentas en las apps y sitios web y -sobre todo- supervisando qué hacen y con quienes comparten en línea.