Próximo gobierno enfrentará bajo crecimiento, alza de la deuda y fragmentación política, advierte economista de la UOH

El gobierno que asumirá en marzo de 2026 deberá enfrentar un escenario económico de bajo crecimiento, con proyecciones de entre 2% y 3% para el período 2026-2029 según el Banco Mundial, FMI y Banco Central, además de un Congreso sin mayorías que obligará a construir acuerdos transversales para avanzar en materia fiscal y seguridad jurídica.

Gobernabilidad económica y urgencias fiscales

Pablo Peña, economista y profesor de la Escuela de Ciencias Sociales de ala Universidad de O’Higgins (UOH), plantea que la gobernabilidad económica dependerá de la disciplina fiscal y de la capacidad del Ejecutivo para articular pactos amplios. A su juicio, Chile acumula más de una década de bajo crecimiento de la productividad, fenómeno que afecta empleo, salarios y competitividad.

En este contexto, el académico sostiene que la agenda legislativa deberá enfrentar con urgencia el déficit fiscal y el aumento de la deuda pública, “que pasó de menos del 20% del PIB en 2015 a cerca del 43% en 2025”, además del incremento del costo de intereses, “que se duplicó en el mismo período, alcanzando valores cercanos al 1,2% en 2024”.

Ajuste ordenado y modernización del Estado

Peña señala que uno de los principales desafíos de un gobierno sin mayoría parlamentaria será revertir estas tendencias y estabilizar las finanzas “con el menor costo posible, pero sin desconocer la necesidad de apretar el cinturón en términos de restricciones presupuestarias”. Si la senda fiscal se ordena, afirma que el crecimiento de 2027 y 2028 podría reflejar mejoras en la calidad de vida de la población.

El economista insiste en que el Parlamento deberá discutir el tamaño del Estado, la eficiencia del gasto y la priorización de inversiones. “El nuevo gobierno deberá promover reglas modernas que ordenen las cuentas públicas y mejoren las condiciones internas para invertir y crecer”, señala. A su juicio, el ajuste debe ser focalizado en servicios mal evaluados, evitando presiones inflacionarias y protegiendo las funciones críticas del sector público.

Productividad y competitividad: la transformación pendiente

Respecto al panorama inmediato, Peña indica que 2026 no se proyecta como un año de crisis, pero sí de bajo dinamismo, con un crecimiento similar al de 2025. Este desempeño dependerá de factores externos como los precios del cobre y la demanda global, así como de la estabilidad interna.

“Chile necesita un salto cualitativo que promueva empleo, salarios y utilidades. La principal palanca de todo gobierno es mejorar condiciones de regulación y seguridad (jurídica, orden público, estabilidad social). Asimismo, el impulso de una agenda público-privada que apunte a una mayor productividad e inversión también puede ser una forma de incentivar la actividad económica nacional”, afirma el docente.

Acuerdos amplios para sortear la fragmentación

El especialista advierte que los desafíos económicos exigirán acuerdos amplios entre todas las fuerzas políticas. La fragmentación del próximo Congreso podría dificultar ese camino, pues cada avance dependerá de pactos transversales capaces de sostener reformas en el tiempo.

“Este escenario exige articulación política, no más polarización amplificada por el entorno mediático. Sin acuerdos amplios, ninguna estrategia será sostenible por el riesgo de reversión de nuevas mayorías circunstanciales en el futuro. No bastan triunfos parlamentarios coyunturales: urge avanzar en consensos que modernicen el modelo productivo, fortalezcan la inversión y estabilicen las finanzas públicas”, concluye Peña, dejando abierta una interrogante clave para los próximos años.

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