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El reciente brote de Peste Porcina Africana (PPA) detectado en jabalíes de Catalunya, España, ha generado preocupación a nivel internacional y encendió las alertas en Chile, pese a que la enfermedad no representa un riesgo para la salud humana. Su alta patogenicidad y resistencia la convierten en una amenaza relevante para la producción porcina mundial y para los países que mantienen vínculos comerciales con Europa.
Riesgo productivo y económico del brote
En este escenario, el académico del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3) de la Universidad de O'Higgins (UOH), Jaime Figueroa, analizó el impacto potencial del brote. El investigador explicó que la presencia de la PPA en fauna silvestre europea supone un riesgo significativo, ya que “si bien el patógeno no es zoonótico, genera cuadros agudos en jabalíes y cerdos que producen hemorragias internas, necrosis y una elevada mortalidad”. Esta situación puede traducirse en una disminución de la masa ganadera, reducción en la oferta de carne y restricciones para los mercados de exportación.
Suspensión de importaciones desde España
Respecto de la decisión del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de suspender temporalmente las importaciones de productos cárnicos porcinos provenientes de España, Figueroa indicó que la medida es coherente con los resguardos sanitarios necesarios para evitar el ingreso del virus al país.
Impacto acotado en el abastecimiento nacional
Si bien España es un actor relevante en la producción porcina europea, el académico precisó que “el porcentaje de importación desde España en relación con el total de importaciones de carne de cerdo y procesados es bajo (2%), por lo que no se vería afectado el suministro general en Chile”. No obstante, advirtió que podría registrarse una disminución en algunos productos procesados específicos, como jamones, fuet o chorizos, entre otros.
Refuerzo de controles y bioseguridad
Desde el punto de vista epidemiológico, el refuerzo de las inspecciones en el Aeropuerto de Santiago también fue valorado por el investigador, quien sostuvo que “el SAG siempre se ha destacado por sus medidas de bioseguridad, que, si bien pueden parecer exageradas para la población, permiten evitar el ingreso y diseminación de patógenos de relevancia como el virus de la PPA”.
Vigilancia permanente y responsabilidad compartida
A estas acciones se suma la vigilancia en fronteras, el periodo de resguardo para productos ya importados y el monitoreo en recintos que albergan cerdos, como planteles productivos, ferias y plantas faenadoras. Finalmente, Figueroa subrayó que “mantener el estatus sanitario de los cerdos de nuestro país depende de todos nosotros, especialmente frente a patógenos altamente resistentes como el virus de la PPA, capaz de persistir por largos periodos en carne y sus derivados”.
