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La temporada de riego 2025–2026 avanza en la Región de O'Higgins con señales de estrechez que obligan a agricultores y administradores de agua a replantear la forma en que enfrentan el déficit hídrico. En un territorio donde la agricultura depende directamente del caudal de los ríos, la anticipación y la organización se han transformado en herramientas clave para asegurar un uso eficiente del recurso.
Comunicación y gestión frente a la incertidumbre climática
Graciela Correa, gerenta de la Federación de Juntas de Vigilancia de Ríos y Esteros de la Región de O'Higgins, plantea que los desafíos actuales obligan a reforzar la planificación más allá de la infraestructura. Según explica, "podemos administrar canales y turnos, pero no el clima ni la cordillera. Por eso, cuando no controlamos la fuente, la planificación se traslada a lo que sí podemos hacer: comunicar. Avisar a tiempo qué viene —temperaturas, caudales, riesgos— permite tomar mejores decisiones y evitar conflictos".
En este escenario, la coordinación temprana, la entrega de información y la comprensión del comportamiento del agua se han convertido en elementos esenciales para asegurar la continuidad del riego sin tensiones entre los usuarios.
Avances que fortalecen la gestión local del agua
En los últimos años, la región ha impulsado mejoras relevantes en la eficiencia del uso del agua, entre ellas el riego tecnificado, turnos 24/7, revestimiento de canales y sistemas de telemetría instalados en bocatomas. Correa sostiene que estos avances han sido determinantes para enfrentar el déficit hídrico, señalando que "no es milagro —afirma—: es gestión cotidiana, datos a la vista y reglas claras".
Estas herramientas han permitido no solo un mayor control de los caudales, sino también una reducción en las pérdidas de conducción, especialmente en los tramos matrices, donde históricamente se concentraban fugas significativas.
El papel de la tecnología y la cultura de datos
Para Emilio de la Jara, CEO de Capta Hydro, la eficiencia hídrica depende de un enfoque integral que combine acuerdos, tecnología y análisis de datos. A su juicio, "cuando las juntas, asociaciones o agricultores planifican desde el inicio, reducen pérdidas y toman decisiones con base en información real".
La digitalización de los canales, el monitoreo en tiempo real y el uso de datos históricos de deshielos han permitido proyectar escenarios más precisos, lo que se traduce en una distribución más equitativa del agua y menor incertidumbre para los regantes.
Un cambio cultural en la gestión del recurso
De la Jara subraya que el avance más profundo no es solo técnico, sino cultural. Como explica, "hoy las decisiones ya no pueden tomarse por instinto o costumbre. Hay juntas que entienden que no se trata de quién reclama más, sino de basarse en datos. Cuando sabes, por ejemplo, qué tramo de canal pierde el doble de agua que otro, puedes priorizar dónde invertir. Ese es el cambio real: pasar de la intuición a la evidencia".
Este enfoque se alinea con los esfuerzos de las juntas de vigilancia y los programas de la Ley de Riego, orientados a reducir pérdidas y mejorar la seguridad hídrica en un escenario donde la variabilidad climática es cada vez más marcada.
La planificación como única ruta posible
En los ríos del centro del país, el escenario actual confirma que la planificación ya no es una alternativa, sino la herramienta imprescindible para sostener la agricultura frente a la incertidumbre climática. Para la Región de O'Higgins, el desafío no es solo disponer de agua, sino organizarse para usarla de manera estratégica y sustentable.ax
