Señor Director:
Señores Unimarc Alto Jahuel Buin - Miraflores 242 Alto Jahuel
Por medio de la presente declaración, dirigida a las máximas jefaturas de los supermercados Unimarc, esto es, a ustedes, Álvaro Saieh, Juan Rendic y Enrique Bravo, expongo aquí un sentir que guardo adentro hace ya casi tres semanas, es decir, porque ya no puedo permitirme el seguir guardando silencio ante una injusticia horrible, ocurrida en un Unimarc de Alto Jahuel, Buin.
Sucede que hace tres semanas atrás entré a ese Unimarc de Alto Jahuel a hacer una compra. En ello estaba cuando, de pronto, los destemplados y violentos gritos desaforados de una mujer llaman poderosamente mi atención. El punto es que al focalizar mi mirada descubro que esta señora, que era una "jefa" (aunque actuaba con la misma prepotencia de una mechera), junto a cinco empleadas más, maltrataban verbalmente a un profesor que yo conozco. Esta patota acorralaba a este colega mío, a quien, en ese momento, miré desde lejos (dentro de ese supermercado), pero a quien reconocí en el acto pues se trata de una de las más excelentes personas que he conocido este año 2024, desde marzo al presente.
Obvio: esta verdadera patota de empleados a cargo de esta sucursal de Unimarc vieron en el profesor a un "cliente fácil", colgándose en ese momento de la excusa más insólita y absurda para descargar contra él toda la violencia acumulada en esta gente; grupo que humilla y maltrata gratuitamente a un profesor de la tercera edad; grupo que actúa como una patota de sujetos/as que se están desquitando, y con saña, con el cliente más imbécil e indefenso que se les cruzó ese día de furia incontenida en su camino en ese supermercado... Lo digo por la pésima, deplorable, enfermiza y cuma actuación de estos funcionarios/s del Unimarc de Alto Jahuel de Buin en contra de una persona decente, autores/as hasta hoy impunes de esa encerrona intrasupermercado, ultraprepotente e inmunda, la cual ejecutan con desparpajo en contra de un ser humano indefenso que no se merecía ese cuasidelictual abordazo.
La verdad, lo que yo presencié fue un momento esquizofrénico: 1) Cinco personas reteniendo y humillando en un rincón a un excelente educador y ser humano por un motivo absurdo, y 2) una cajera, en medio de ellas, evidentemente dañada en su emocionalidad pues verla fue de verdad ver a una persona adulta estructuralmente muy dañada, sin un mínimo de equilibrio en su regulación emocional, que incluso acusaba conductas inequívocas de regresión e infantilismo en esa encerrona que afecta al docente puesto que balbuceaba como una niña de 7 años, no miraba de frente al profesor, se tapaba la cara y la cabeza con sus brazos... gritaba de cuando en cuando victimizándose, sobre todo sabiendo, creo, que esa encerrona contra el docente era ya un espectáculo en el que ella quería presentarse ante los espectadores como la víctima poco menos que de un delincuente. ¿Y qué le gritaba al profesor? Le gritaba el absurdo de que por qué éste (el profesor) le había hablado a ella en la calle. ¡Insólito!
Sin preparación alguna, con cero habilidades blandas, sin protocolo alguno, sin decencia alguna, y casi como un grupo de mecheras sobreexaltadas que están linchando a alguien en la población más conflictiva de la Región Metropolitana a causa de un problema de toldos azules o de repartijas de ganancias de unos cigarrillos de contrabando que no les parecen "justas", le transfieren, le endosan, a este brillante profesor arrinconado, todas sus trancas; profesor que lo único que hizo, en todos esos interminables y fatídicos momentos fue invitar, siempre en voz baja, y guardando respetuosamente su turno para para poder hablar (pese a que casi no lo dejan hablar) que la única manera de llegar a entendimientos en esa encerrona pasaba por poner la verdad al frente mediante evidencias, mediante argumentos y a través de un trato mutuamente respetuoso. Mas, nada de lo poco que alcanza a argumentar el profesor fue atendido por parte de esta jauría desaforada y enceguecida, la que actúa casi como una manada que despedaza y desangra a su presa más débil e indefensa de la semana invocando la razón más absurda e inentendible: una "jefa" y una cajera, en patota con otras empleadas del supermercado, reteniendo y humillando a un notable educador mayor a partir del insólito pecado de éste de haberle dirigido la palabra en la calle a una cajera psicológicamente enferma.
El asunto es que, de principio a fin, en esa encerrona, todo lo que vociferaban esas funcionarias del Unimarc en contra del profesor fue de verdad un total absurdo. Imagínate que alguien te demanda y te maltrata porque tú le preguntas la hora en la calle, o sea por dirigirle la palabra en la calle, y que este alguien además armara un feroz escándalo (humillándote en público y a viva voz) a partir de ese hecho fantasiosamente inventado de la nada, en el sentido de asegurar que hablarle a una cajera de un supermercado en la calle en Chile es un delito. Algo así, sólo es imaginable en algún relato o cuento absurdo de realismo mágico o en una acción de linchamiento o sicariato en alguna esquina de Chile.
A este excelente profesor lo conozco este año, aunque no trato con él a diario, porque trabajamos en distintas áreas o distintos departamentos en nuestro colegio, pero a mí me basta el relacionarme dos veces a la semana con él para saber, como psicóloga, que estoy ante uno de los profesionales de la educación más amables, más educados y empáticos que conozco en toda mi carrera como profesional de la psicología en este y otros colegios. Para mí él es uno de los profesionales de mejor trato con todas las personas, un ser humano siempre alegre, que saluda a todas las personas cuando anda dentro del establecimiento o incluso fuera del colegio, un verdadero ser humano decente que transmite energías psicológicas súper positivas a diario a quienes se cruzan en su camino, partiendo por sus alumnos y alumnas. De hecho, este profesor fue seleccionado entre un grupo de postulantes e ingresó a trabajar en este colegio público, en marzo de este año, por méritos humanos, académicos y profesionales auténticos: tiene estudios universitarios de Derecho, de Trabajo Social y fue el mejor egresado de su carrera en una UC: es licenciado en Educación y es Profesor de Filosofía, aparte de que es Egresado de un Magíster en Neurociencias y exbecario de excelencia pero, sobre todo, es una de esas personas que yo, en mi calidad de psicóloga, definiría como una persona buena de adentro, y que no se mereció nunca esa encerrona que le aplica un grupo de empleadas que en mi opinión opera ese día como una patota de mecheras.
Perdón, casi lo olvidaba: en un momento de esa encerrona de la que este querido profesor fue acorralado en ese rincón del Unimarc de Alto Jahuel, de Buin, luego de que la "jefa" de esa cuadrilla tratara muy mal a este educador, un joven guardia -aleonado por esta señora jefa- lo agarra violentamente del brazo derecho, lo estremece, lo enmudece entero y le orden, hablándole en la oreja al profe: ¡¡"DISCÚLPATE con ella CTM" (con la cajera)!! "Discúlpate ahora o ya sabí lo que te va a pasar"!! El profesor ya se había disculpado con la cajera, diciéndole, al menos 6 veces durante esa encerrona, de principio a fin (copio): "Estimada, si dirigirle la palabra en la calle la ofendió, le pido a usted disculpas"; "Si decirle en la calle, o sea fuera del supermercado, que no actuara de manera agresiva, igual que como actúa ese guardia que me amenazó con sacarme la cresta ayer por defender a ese perrito que quería entrar al supermercado, discúlpeme", pese a lo cual lo seguían tratando como a un delincuente al profesor a partir de un absurdo; todo lo cual me lleva a no descartar la hipótesis de que esa patota de "colaboradoras" del Unimarc, para solidarizarse con un guardia agresivo -guardia que el día previo había maltratado ya al docente en ese supermercado a causa de que éste había defendido a ese animalito indefenso- y sobre todo con una cajera enferma a quien nadie le puede hablar en la calle, estaba ya esperando al docente para "cobrarle" y para someterlo a esa ordinaria y violenta encerrona.
En consecuencia, y para finalizar, yo me preguntaba cuáles son los criterios técnico-profesionales, los filtros psicológicos, con que opera Unimarc a la hora de seleccionar y contratar a algunos de es@s empleados/as o colaboradores/es suyos que tratan con personas. Es que, mirando hacia atrás, y calibrando el proceder de ese personal de Unimarc de Alto Jahuel ese día en contra de este educador, yo concluyo que todo ese grupo que maltrata a este admirable docente de tercera edad en ese supermercado, en buena medida, debería estar hace rato bajo tratamiento con un especialista y con una larga licencia médica psiquiátrica, o bien con una orden de alejamiento de todas las personas que entran a comprar a ese supermercado puesto que no califican para tratar con personas.
Reservándome el derecho a interponer acciones judiciales por vulneración de derechos y garantías constitucionales en contra de quienes resulten responsables del maltrato impune que padeció este docente de la tercera edad a manos de unas empleadas del Unimarc de Alto Jahuel, de Buin, incluyendo en ello la debida reclamación de indemnización de perjuicios, muy atentamente le saluda
Abigaíl Bastías Garcés
Psicóloga