La sequía y la disminución de praderas por el crecimiento de las ciudades generarán a futuro que los gastos de la ganadería suban, convirtiendo a la carne en un producto muy costoso. En ese contexto, los sustitutos cárnicos hechos en laboratorio serán de gran utilidad.
Cristian Acevedo, director del Centro de Biotecnología de la Universidad Técnica Federico Santa María, lidera una investigación, única en nuestro país, llevada a cabo por diez científicos, seis de ellos sansanos, enfocada en crear este tipo de carne, conocida como in vitro, de laboratorio o cultivada. Entre los científicos de la USM están Aldonza Jaques (profesora Ingeniería Civil Química), Pablo Prieto (profesor Ingeniería en Diseño de Productos), Elizabeth Sánchez (Investigadora Centro de Biotecnología), Nicole Orellana (Investigadora Centro de Biotecnología) y Tomás Corrales (profesor Depto. Física).
La investigación, que comenzó el 2016 con el proyecto Fondecyt 1160311 finalizado exitosamente el 2019 y continúa con la adjudicación de otro proyecto por cuatro años más a partir de ese mismo año (Proyecto Fondecyt 1190100). “Consiste en el diseño, desarrollo y fabricación de biomateriales comestibles, conocidos como scaffolds, que sean capaces de ser el nicho donde células musculares puedan proliferar y diferenciarse en un tejido muscular comestible”, explica.
La carne in-vitro o también conocida como carne cultivada, es un tejido muscular comestible obtenido en condiciones de laboratorio a partir de células madre musculares (denominadas células satélites) de animales de ganadería como vacunos, cerdos u otros animales comestibles. “Si esta tecnología tiene éxito, en el futuro podremos comer alimentos cárnicos sin la necesidad del sacrificio animal, solo será necesario obtener una mínima muestra de tejido para obtener las células y luego crecerlas en un biorreactor”, agrega Acevedo.
A los aspectos positivos ya mencionados, se suma que esta carne minimiza el riesgo de infecciones animales a humanos, reducen emisiones de gases de efecto invernadero y cambio climático y disminuye el uso de agua.
“Los avances de esta investigación son muy prometedores, se han fabricado biomateriales comestibles (scaffolds) donde podemos cultivar células y obtener después de un tiempo de cultivo en laboratorio fibras musculares similares a la que tiene la carne. Desde el punto de vista científico, esta investigación ha dado origen a varios papers, presentaciones en congresos, memorias de título y tesis doctorales”, aclara.
Mientras continúan llevando a cabo esta investigación, se enfrentan al desafío de poder disminuir costos, ya que, si bien la tecnología para desarrollarlo está disponible, es muy cara todavía, por lo que aún falta tiempo para que llegue a la comunidad.
“Los scaffolds que hemos desarrollado consisten en formulaciones que se preparan con biopolímeros de origen marino, done se obtiene un delgado film con las características necesarias para que sean reconocidos por las células, es decir, son biocompatibles. Además, a estos materiales se les imprime en su superficie una microestructura semejante a la de una fibra muscular, para que las células puedan crecer con una forma similar a la que encontramos en una carne. Esto se logra con tecnologías muy avanzadas de manufactura aditiva y nanotecnología”, concluye Acevedo.