En la vida hay muchos héroes y heroínas anónimos, y son más de los que pensamos. Son personas que aparentemente no llaman la atención, que en medio de sus esfuerzos y logros tienen algunos fallos y desánimos, más en este tiempo prolongado de pandemia que nos está afectando a todos, pero que, gracias a su presencia en nuestras vidas, podemos seguir adelante y caminar. Además, estos héroes y heroínas imprimen un sentido a todo lo que hacen que brota de su motivación o motor.
De todas las motivaciones que conozco, el más fuerte e inasequible al desaliento es el amor. Pero no el romántico que se alimenta de sentimientos y de lo que recibe del otro, sino el que brota del corazón y la voluntad, pone a la persona que quiere en primer lugar y es capaz de buscar su bien incluso a costa de sacrificios. Y ese amor está más presente en nuestras vidas de lo que pensamos. Porque, ¿no son las madres esas heroínas? Ellas ponen su amor en acción en el día a día, levantan y consolidan familias y vínculos personales, haciendo compatible el trabajo con el acompañamiento y cuidados a los seres queridos, a preciosa a veces muy altos.
A estas heroínas es de justicia agradecerles, devolverles no sólo en el día de la madre, sino ojalá todos los días, algo – y ojalá más que algo – del amor que entregan y que construye un mundo más humano, y, por qué no, que refleja algo del corazón de Dios, que es amor.
¡Felicidades a todas las mamás!! Y, sobre todo, gracias.
Esther Gómez de Pedro
Directora Nacional de Formación e Identidad
Santo Tomás