A sólo días en que a la ciudadanía le corresponda elegir Presidente de la República, senadores, diputados y consejeros regionales, quisiera comentar y desarrollar algunas ideas planteadas en uno de los libros más famosos de la literatura universal, en relación a la futura toma de poder por parte de quienes regirán los destinos de la nación en los próximos años. Nos referimos al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. ¿Qué les diría don Quijote a los candidatos? ¿Qué les recomendaría para que tuviesen éxito y un buen gobierno?
“Primeramente, has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada”. Este precepto resulta sumamente importante porque lo podemos entender no sólo a la luz de la fe sino también a la luz de la razón. Si un candidato quiere representar a la ciudadanía y no sólo a un sector determinado, debemos reconocer que más del 90% de los votantes son creyentes en un ser superior con independencia de un credo determinado y además reconoce que al situar como guía y faro de acción a un ser superior se pueden comparar acciones y las propias se pueden mejorar. También ayuda a reconocer la fragilidad del poder y la responsabilidad de actuar tratando de no equivocarse en decisiones importantes para la ciudadanía. ¡Cuántas leyes resultan contrarias al interés popular de quienes fueron sus electores! Con este consejo el futuro elegido estaría conectado con sus iguales y con sus pies bien puestos en la tierra: “Recuerda que eres mortal” le soplaban al oído al emperador o al soldado victorioso en los desfiles de honor, querían evitar así la soberbia de quienes gozaban del éxito en un momento determinado. No era un dios.
“... iréis vestido parte de letrado y parte de capitán, porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras, y las letras como las armas”, ¿no se les vienen a la mente todos los hechos de violencia, destrucción e ingobernabilidad que el Estado y sobre todo el gobernante no ha sido capaz de controlar? Violencia de uno y otro sector, tanto del encargado de garantizar la paz como la de los llamados a respetar el estado de derecho, porque las letras representan la legislación vigente que debiera ejercerse a todo evento, incluso con el uso de la fuerza debida y muchas veces necesaria. Se incluye aquí también a la delincuencia.
“... has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse (…)”. Lo anterior pone de manifiesto que muchos de nuestros candidatos no dan muestras de este conocimiento de sí mismos, los vemos cambiar y cambiar, tratando así de adaptarse a sus potenciales electores; intentando dar en el gusto a todos con tal de ganar adeptos y lograr el preciado botín del poder. El conocerse a sí mismos es el precepto socrático por excelencia que los llevaría al éxito político, social, religioso y personal, es una muestra de coherencia que resulta en la brújula que permitirá guiar al grupo que los eligió, es por ello que esta característica es esencial para la credibilidad del futuro gobernante. Ojo, no se trata de ser inflexible, sino de la mínima coherencia en el actuar y en el decir.
“(...)Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre (…)” Finalmente, esto se reduce a ser justo e imparcial en hacer respetar las leyes. Vemos a diario las prebendas que logran algunos por el solo hecho de pertenecer a grupos que se consideran olvidados, débiles, a veces minoritariamente dictatoriales, pero lo mismo ocurre al estar a favor de los poderosos, más aún, cuando esta postura conviene al futuro mandatario. Y Don Quijote añade: “Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico”. ¿Son los pobres buenos (Per se) y los ricos, malos?
Al haber revisado los preceptos quijotescos dados a los candidatos hoy, pudimos inferir que ninguno de los mencionados dichos apunta a los aspectos administrativos de la gobernanza de un país, sino más bien se centran en las cualidades personales y valóricas que los gobernantes debieran poseer, entregando así la imprescindible orientación humana que tanto le hace falta al ejercicio de la política entendida como el arte de gobernar.
Ah, me faltó uno: “La ley del encaje o ley del embudo” pero esa ley la dejo de tarea a los amables lectores, juzguen ustedes a qué candidatos les viene bien o les acomoda este precepto…
¿Por quién votará usted? No importa, pero si comprendió el mensaje siempre vigente de esta joya de la literatura universal, será ésta la mejor victoria del Caballero de la triste figura.
Victor González Maurolagoitía
Director de Formación e Identidad
IP-CFT Santo Tomás Rancagua