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El trastorno de PICA, caracterizado por la ingesta persistente de sustancias no comestibles como tierra, cabello o jabón, se ha convertido en una preocupación creciente para especialistas de la salud y familias. Esta condición, que puede conllevar serias complicaciones físicas y mentales, afecta a personas de todas las edades, aunque los niños y adolescentes son particularmente vulnerables. La nutricionista Camila Soto, de Grupo Cetep, explica que este comportamiento se clasifica como un trastorno de conducta alimentaria cuando persiste más de un mes, destacando que “en PICA, esta conducta se convierte en algo repetitivo y prolongado, lo que aumenta el riesgo de problemas físicos y mentales”.
Un trastorno con múltiples complicaciones
Se estima que el 9% de la población mundial, aproximadamente 70 millones de personas, padece algún tipo de enfermedad mental relacionada con la alimentación. El trastorno de PICA suele presentarse junto a otros trastornos de salud mental, como la anorexia o la bulimia, y está asociado a problemas emocionales que impulsan estas conductas. “Aunque no existen causas definitivas, algunos estudios sugieren que podría haber una relación con deficiencias de hierro, aunque no está claro si se trata de una causa o de una consecuencia de PICA”, añade Soto. Esta condición, aunque no es nueva, aún no se comprende completamente debido a su alta comorbilidad y la falta de datos específicos sobre su prevalencia.
Diagnóstico: un desafío oculto
El diagnóstico de PICA requiere una evaluación profunda por parte de profesionales de salud mental, quienes realizan entrevistas clínicas detalladas para explorar no solo los hábitos alimenticios, sino también las señales emocionales y los posibles trastornos asociados. “Muchos de quienes padecen PICA aparentan llevar una dieta normal, pero el consumo de sustancias no comestibles es una conducta oculta que suele salir a la luz solo durante una evaluación profunda”, indica Soto. Esta característica hace que el trastorno a menudo pase desapercibido, a pesar de los riesgos significativos que conlleva.
Complicaciones físicas y riesgos para la salud
Las complicaciones derivadas del consumo de sustancias no comestibles pueden ser graves. El sistema digestivo no está diseñado para procesar elementos como tierra, cabello o jabón, lo que puede resultar en obstrucciones gastrointestinales que requieren atención médica urgente. Además, existe un alto riesgo de infecciones bacterianas y parasitarias, especialmente en quienes consumen tierra o elementos expuestos al ambiente. Otros problemas incluyen malnutrición, intoxicaciones químicas y alteraciones en el color y estado de los dientes.
Población vulnerable y señales de alerta
El trastorno de PICA puede afectar a personas de todas las edades, pero los niños pequeños y los adolescentes son especialmente vulnerables. Soto explica que, en los niños, el diagnóstico suele comenzar a los dos años, aunque se observa mayor prevalencia entre los ocho años y la adolescencia. “Los adolescentes que consumen, por ejemplo, jabón o cabello tienden a ocultarlo, lo que hace que estas conductas compensatorias no se detecten con facilidad. Crear un espacio en el que puedan expresarse sin temor es clave para abordar el problema desde el núcleo familiar”, sostiene la especialista.
Tratamiento: un enfoque multidisciplinario
El tratamiento del trastorno de PICA requiere una intervención temprana y un enfoque integral. Las terapias incluyen apoyo psicológico y la participación de un equipo multidisciplinario que trabaje para mejorar el estado nutricional del paciente. “La suplementación con hierro suele ser una práctica común, en línea con la teoría de que las deficiencias de hierro podrían estar involucradas. Sin embargo, cada caso es único. En algunos, además de hierro, se incluyen otros suplementos como vitamina C o zinc para ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar general del paciente”, explica Soto.
Prevención y apoyo familiar
La prevención del trastorno de PICA se basa en la educación y el apoyo familiar. Soto concluye que “el verdadero reto radica en comprender que detrás de cada caso de PICA hay factores emocionales y de salud mental que necesitan ser atendidos con cuidado y profesionalismo”. Un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia en la vida de quienes viven con este trastorno, ayudándolos a superar el impulso hacia estas conductas y brindándoles una mejor calidad de vida.