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Diariamente los medios de comunicación destacan la alta movilidad de las personas en comunas en cuarentenas. Los diversos testimonios de personas que dicen que deben salir a trabajar porque necesitan los recursos, y a los famosos “porfiados de siempre” -como se les ha designado- a quienes fiscalizan y detienen en fiestas clandestinas. Esto, luego de un año de pandemia donde es difícil por la cantidad de contagiados que exista alguien en Chile que no tenga un pariente o amigo que se haya enfermado.
La psiquiatra de Clínica MEDS, Pilar del Río, explicó que “la proximidad a la enfermedad es un factor que ya está aceptado a nivel social. Ya aceptamos el coronavirus como parte de nuestra realidad y entonces las personas lo han ido integrando. La primera etapa fue de impacto, luego de defensa, después de adaptación a la nueva situación y finalmente tenemos la etapa de integración de esta situación que un comienzo era desconocida y amenazante a la vida cotidiana”.
De lo anterior, Pilar indicó que “en esta etapa de integración sopesan más otros factores como las necesidades económicas y sociales de cada grupo familiar y entonces las personas comienzan a tomar decisiones considerando más factores que solo el factor dañino de la pandemia y creo que esto es algo que las autoridades también debieran considerar cuando transmiten las medidas de protección a la sociedad. Hoy falta que las autoridades entiendan que estamos en una etapa de integración, donde pesan más factores a la hora de tomar decisiones que solo el riesgo vital como fue en un comienzo”.
Individualismo y fin del miedo
Los expertos han señalado que la gente está más permisiva con las medidas contra el COVID y que esto ha influido en una mayor cantidad de contagios. A juicio de la psiquiatra de Clínica MEDS, “hay varios factores que influyen en la mayor permisividad o en la pérdida al temor al COVID-19, pero básicamente se debe a que bajó la incertidumbre y el miedo a lo desconocido; ahora ya sabemos qué es el coronavirus, de qué se trata y cuáles son los efectos que tiene y esa información pesa de forma distinta en cada persona, según su historia y sus antecedentes. Por ejemplo, las personas que tienen un familiar cercano que es de riesgo suelen ser muchísimo más cuidadosos con las medidas porque les toca lo individual”.
En este sentido, indicó, “lo que más ha influido en esta mayor permisividad o pérdida del miedo al coronavirus es que ahora tenemos más conocimiento de este virus y de a quienes afecta más y, por lo tanto, están afectando más los factores individuales que colectivos. Estamos viendo un fenómeno que se ve hace rato en la sociedad, que es pensar más en un bienestar individual que en lo social o comunitario”.
"las personas tienen distintas respuestas"
Por otra parte, la especialista explicó que, tanto en situaciones normales como extraordinarias, como es esta pandemia, las personas tienen distintas respuestas dependiendo de su etapa de desarrollo y de sus rasgos de personalidad individual, por lo que es esperables que lo niños reaccionen de una manera y los adultos de otra y esto es lo que explicaría por qué conociendo el estado de la situación actual, se sigan multiplicando, por ejemplo, las fiestas clandestinas.
“En el caso de los adolescentes o de las personas más jóvenes están en una etapa del desarrollo donde la omnipotencia, el bajo temor al riesgo y la necesidad de explorar situaciones nuevas para la construcción de identidad son normales y esperables y eso se va a ver aplicado a la pandemia y a cualquier situación de la vida. Entonces los jóvenes están predispuestos a la exploración de situaciones nuevas, a la baja sensación de peligro y a una sensación de omnipotencia, porque es una etapa muy egocéntrica y piensan que las cosas no les van a afectar a ellos, sino que afecta a los demás”, aseguró la especialista.
En este sentido agregó en esta etapa del desarrollo, los jóvenes “están más preocupados de satisfacer sus necesidades personales o su necesidad de gratificación que de valores más altruistas o que incluyan a la comunidad. La conciencia moral y colectiva también se va desarrollando con el tiempo”. Explica que en estos casos es necesario comprender que están en esa etapa del desarrollo y entonces promover los límites y la educación en altruismo, empatía y control de impulsos desde los adultos a su cargo.
“Hay que recordar que los jóvenes y no tan jóvenes como los universitarios, no están completamente en el nivel de adultez y de autonomía, entonces necesitan de límites externos, ya sea de los cuidadores principales o de la sociedad. En esta línea las medidas legales y multas como medida de enfrentar las consecuencias está bien porque lo que necesitan esos jóvenes es que no los juzguemos, que aceptemos que están en esa etapa del desarrollo con estas características y que entonces nos pongamos las pilas como adultos a cargo para ponerles más límites externos, sin esperar que ellos puedan hacer por si mismos algo para lo que su cerebro no está preparado”, explicó la psiquiatra de Clínica MEDS.