Inclusión escolar: Un desafío social

Han pasado aproximadamente 8 años desde la promulgación de la Ley de Inclusión Escolar (Ley Chile, 2015); marco regulador que pretende cambios estructurales en pilares imprescindibles de la Educación Chilena, en aspectos de gratuidad, admisión y fin al lucro. Transcurridos estos años, la instauración de la inclusión escolar propiamente tal se vuelve un constante desafío, tras lo cual nos podríamos plantear ¿Esto se verá reflejado al interior de las aulas?

Sin duda, la presente ley es un primer paso hacia la anhelada igualdad de oportunidades sin distinción de estudiantes, al reconocimiento y respeto en toda su amplitud de la diversidad y en consecuencia del componente sociocultural, de las sexualidades y género, de las capacidades, de las necesidades educativas especiales y de las necesidades en general de los y las estudiantes del país. La inclusión toma sentido cuando hablamos de una adaptación al medio de manera bidireccional, lo que quiere decir que existan todas las posibilidades de desarrollo de las personas, en el cual los entornos juegan un papel crucial para que esto sea efectivo, especialmente en los contextos escolares.

Cómo lograr ambientes realmente inclusivos

Frente a lo anterior, surge la interrogante sobre si, en efecto, hoy contamos con ambientes educativos totalmente inclusivos, lo que no quiere decir que no se realicen los esfuerzos para conseguirlo, sino más bien a lo complejo y difícil que es lograr plasmar el real sentido de lo que es inclusión en una sala de clases. Ir en reconocimiento y respeto a la diversidad dentro de un aula no sólo se remite a lo pedagógico, sino a la formación integral de los y las estudiantes, impactando una vida futura, a las y los adultos del mañana.

Tras la idea precedente, hay otro elemento a considerar que tiene relación con las responsabilidades. Destacando la importancia del vínculo que debe existir entre los diferentes estamentos que conforman la comunidad escolar, tales como: agentes educativos, las familias y la sociedad en general, la posibilidad de lograr entornos inclusivos estaría condicionada a la interacción de estos tres elementos, por lo tanto ¿La inclusión escolar es una incumbencia solo de los establecimientos educativos? De esta forma, se debe reconocer y considerar la riqueza social en la cual se desenvuelven los y las estudiantes. En consecuencia, la inclusión escolar es una responsabilidad compartida socialmente.

Ciertamente, la Ley de Inclusión Escolar como marco regulador es un acontecimiento histórico y transcendental en la promoción de la igualdad de posibilidades para la población escolar, pero el logro de entornos totalmente inclusivos es un gran reto, lo que no quiere decir que no existen esfuerzos y motivaciones de por medio, sino porque los alcances del concepto también son difusos y variantes, aunque existen diversas definiciones, la inclusión está susceptible a la realidad cambiante de la sociedad.

Finalmente, el ser humano por naturaleza es un ser gregario, por lo tanto, la inclusión escolar, la generación de entornos educativos inclusivos, es algo concerniente a todos y todas, por lo tanto, es un desafío social.

Cándida Cubillos Bustamante
Docente de la carrera Servicio Social
IP Santo Tomás, sede Rancagua


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