Crédito: Teatro Impronta

Escuela de Gestión Cultural Comunitaria certifica a doce participantes en Rancagua

Con la entrega de certificaciones a doce personas, culminó exitosamente la Escuela de Gestión Cultural Comunitaria, una iniciativa formativa que buscó fortalecer el trabajo cultural desde los territorios. La instancia fue impulsada por el Punto de Cultura Comunitaria Teatro Impronta en conjunto con la agrupación Taller Laboral Esperanza Joven, a través del proyecto sociocultural de Teatro Impronta, financiado por el programa Puntos de Cultura Comunitaria del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Formación con enfoque territorial

La Escuela se desarrolló entre enero y mayo y estuvo dirigida a agentes culturales locales vinculados al quehacer artístico y comunitario de la comuna. El programa entregó herramientas prácticas y reflexivas que cruzan el arte, la organización comunitaria y los derechos culturales, con el objetivo de reconocer y fortalecer los saberes existentes en las comunidades.

Más de ochenta personas postularon a esta experiencia, siendo seleccionados veinte para participar del proceso formativo, del cual finalmente doce obtuvieron certificación.

Cultura como derecho y no como privilegio

Francisca Jara, parte del equipo de coordinación de la Escuela, recalcó la importancia de este tipo de espacios. “Es también una forma de corregir desigualdades históricas en el acceso a la cultura. En la mayoría de los casos, son las propias comunidades quienes han sostenido la vida cultural en sus territorios, sin grandes recursos ni reconocimiento institucional. Este enfoque permite entender la cultura no como un producto de élites, sino como un derecho vivo, cotidiano y profundamente situado”.

Una herramienta para la transformación social

Los contenidos abordados incluyeron formulación de proyectos, diagnósticos participativos, comunicación cultural, administración y trabajo en red, todos con enfoque territorial.

Para Javier Cárdenas, escritor y participante de la Escuela, la experiencia fue transformadora. “Amplió mi visión como creador, mostrándome que la gestión cultural puede ser una herramienta de transformación social. Me entregó herramientas concretas para planificar y vincular mi trabajo con la comunidad, dándole más sentido y significado a lo que hago como escritor”.

Cultura desde la comunidad

La intérprete en danza contemporánea Dabel Cayupe Blázquez también valoró el enfoque colectivo. “Hoy concibo la gestión cultural desde la visión del trabajo con comunidades, como procesos colectivos donde la producción de conocimiento, la creación artística y la transformación social están entrelazadas. La gestión no es sólo una vía de financiamiento, sino un canal de desarrollo social desde la voz de la comunidad. La existencia de estos espacios no sólo es relevante, es apremiante”.

El proceso formativo fue posible gracias al trabajo colaborativo entre Teatro Impronta, el Taller Laboral Esperanza Joven, el Colegio Patricio Mekis de Rancagua y el respaldo del Ministerio de las Culturas, a través del programa Puntos de Cultura Comunitaria.

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