El estilo de vida poco saludable es la principal causa de las altas cifras de personas fallecidas por dolencias al corazón. El académico de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Talca, Marcelo Alarcón Lozano, se refirió a este tema, en el marco de la conmemoración del mes de este órgano.
Según detalló, las Enfermedades Cardiovasculares (ECV), se mantienen como la principal causa de muerte en nuestro país y el mundo, específicamente el Ataque Cerebrovascular (ACV) con un 30% y del Infarto Agudo al Miocardio (IAM) con un 29% de prevalencia.
Una de las principales causas de estas patologías “es una dieta poco saludable, alta en grasas saturadas, lo que contribuye a la formación de placas en las arterias; alta en sodio, que puede elevar la presión arterial; baja en frutas, verduras y fibra, que aumenta el riesgo de obesidad y de acumulación de colesterol”, comentó el investigador quien además es parte del Centro de Investigación en Trombosis y Envejecimiento Saludable (Cites) de la casa de estudios.
El sedentarismo es otro de los factores de riesgo. El profesor Alarcón explicó que la falta de actividad física regular puede llevar al sobrepeso, obesidad, hipertensión y diabetes, todos factores de riesgo para las ECV. “Lo mismo el tabaquismo, que daña las arterias, reduce el oxígeno en la sangre y aumenta la presión arterial, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares”, agregó.
El estrés crónico y la obesidad son otras causas probables. “El estrés prolongado puede llevar a hipertensión, y si se combina con otros factores como una mala alimentación y falta de ejercicio, incrementa significativamente el riesgo; y la obesidad, especialmente la acumulación de grasa abdominal, está relacionada con un mayor riesgo de hipertensión, colesterol alto y diabetes tipo 2. También una mala higiene de sueño”, apuntó.
El único camino para evitar estas dolencias “es el estilo de vida saludable que incluya una dieta balanceada, ejercicio regular, evitar el tabaco y el alcohol, manejar el estrés y mantener un peso saludable”, recomendó el académico.
Envejecimiento y fragilidad
Marcelo Alarcón detalló que las ECV tienen un impacto importante en el proceso de envejecimiento de las personas, acelerándolo de varias maneras.
“La hipertensión y la aterosclerosis, generan un mayor estrés oxidativo en el cuerpo, lo que daña las células y acelera el envejecimiento celular. Esto puede llevar a un deterioro más rápido de los tejidos y órganos”, precisó el académico.
Estas enfermedades también pueden llevar a una reducción en la capacidad física, limitando la movilidad y la capacidad de realizar ejercicio. Esto puede contribuir a la pérdida de masa muscular (sarcopenia) y a un envejecimiento acelerado.
Por otra parte, pueden impactar la salud mental, llevando a depresión, ansiedad y una disminución en la calidad de vida. “Estos factores pueden acelerar el envejecimiento al afectar tanto la salud física como la emocional”, apuntó.
Al mismo tiempo las personas con ECV son más vulnerables a otras enfermedades crónicas, lo que puede acelerar el proceso de envejecimiento. “La capacidad del cuerpo para recuperarse de enfermedades se reduce, aumentando el riesgo de complicaciones y mortalidad”, puntualizó el docente.
Daño en el ADN
Por último, el profesor de la UTalca subrayó que las ECV a menudo resultan en una disminución del flujo sanguíneo a los órganos y tejidos, lo que puede reducir la disponibilidad de oxígeno y nutrientes esenciales.
“Esto puede acelerar el envejecimiento de órganos vitales como el cerebro, los riñones y el corazón. Por otra parte, están asociadas a niveles elevados de inflamación crónica, lo que puede dañar el ADN, las proteínas y las células, llevando a un envejecimiento más rápido”, dijo.