Reflexiones sobre migración

El 18 de diciembre fue el Día Internacional del Migrante y en este contexto es importante detenernos a reflexionar sobre cómo nuestra sociedad comprende y establece mecanismos de inclusión social para las personas que, de manera forzada o voluntaria, abandonan su país de origen en busca de nuevos horizontes.

Para comenzar, es importante recordar que no es nuevo hablar de migración, nuestro país comienza a acuñar este concepto con la llegada de personas migrantes –preferentemente europeos – desde inicios del siglo XIX, coincidente con el nacimiento de la república independiente. Muchos de aquellos migrantes sentaron las bases de nuestra identidad cultural, aportando no sólo desde lo económico, sino que también desde una serie de tradiciones que conocemos y valoramos hasta el día de hoy. Entonces, podemos afirmar que nuestro país se forja social, económica y culturalmente con la llegada de los migrantes. Resulta útil hacer esta referencia, ya que resulta extraño que como sociedad nos encontremos debatiendo en la actualidad sobre la importancia de los procesos de inclusión social frente a un auge de la migración, considerando los elementos históricos que se han presentado en nuestra sociedad.

¿Cuál es el factor entonces, que genera resistencia en muchas personas frente a la migración? Resulta ser que en las últimas décadas hemos recibido una cantidad de personas migrantes preferentemente de países de Sudamérica, marcadas por procesos de vulneraciones sociales, provenientes de contextos sociales, políticos y económicos desfavorables. Esta migración, entonces, es distinta a la ocurrida en nuestro país a inicios del siglo XIX, ya que es un fenómeno que podríamos denominar como humanitario. Cabe la pregunta entonces: ¿Hemos internalizado como sociedad los derechos humanos, la dignidad humana como un valor central o sólo consideramos el elemento económico como aquel que da sustento a las relaciones sociales? Porque desde la perspectiva de los derechos humanos, a los cuales hemos adscrito como sociedad, la llegada humanitaria de los migrantes debiera ser un referente de comprensión distinta, no selectiva.

Urge, entonces, avanzar en que los relatos colectivos acerca de la migración valoren el aporte de la interculturalidad y la empatía hacia los procesos de dolor que están presentes en la migración, más aun considerando que Chile, desde su infancia, se ha construido en base a las diversidades culturales, dejando de lado el criterio selectivo que pareciera ser que abunda y que nos llama a visualizar el trato a los migrantes en función de dos mundos: los europeos y los sudamericanos.

Vania Guajardo Hurtado
Docente de la carrera Servicio Social
IP Santo Tomás sede Rancagua


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